Sala de espera.


 

El primer día de marzo es, en mi opinión, el día más importante para el sistema de salud de nuestra patria.

—¿De qué se habla en una sala de espera?
—De todo. Sólo es cuestión de escuchar
y aguardar el momento.

Nuevo ciclo
El primer día de marzo es, en mi opinión, el día más importante para el sistema de salud de nuestra patria. Es el día en que oficialmente hay un reemplazo total de los médicos —hombres y mujeres— que han culminado su formación como especialistas. También en este día toman su lugar los nuevos médicos —la mayoría de ellos, recién egresados—, quienes provienen de todas las facultades del país, para iniciar su formación y eventualmente llegar a ser especialistas.
Así, mientras unos médicos —los que culminan su entrenamiento— salen a la búsqueda de sus propios destinos como especialistas, llegan otros más, a este su primer día. Son estos últimos los que hoy ingresan a los principales hospitales del país. Son un ejército —decenas de miles— de nuevos médicos dispuestos a aprender; llenos de ilusión y con un cúmulo de esperanzas, desde el primer día, porque habrán de recibir las enseñanzas de aquellos otros médicos ya experimentados, que atienden desde hace muchos años en dichos nosocomios.
La juventud de estos nuevos médicos es tal, que motivan la admiración de sus pacientes: lo mismo cuando prescriben, sin dudarlo, en sus recetas; o cuando les ven entrar, con el atuendo quirúrgico, a operarles. Su juventud rompe el esquema acostumbrado de que la sabiduría sólo está en los más viejos; rompen esquemas de quien siempre había consultado a su prestigioso médico decano de su comunidad, y que ahora viene a continuar su tratamiento con el futuro especialista.
Esos médicos, aún con mucho en medicina que aprender, son quienes mueven —literalmente— los hospitales más importantes de la patria; son los que aprenden las cirugías más actualizadas del momento; los que prescriben los medicamentos más recientes y, prácticamente, son los que atienden los casos médicos que llegan por las tardes, o por las madrugadas en emergencias, porque son ellos quienes hacen sus guardias, día y noche. Para llegar a este sitio y seguirse preparando hicieron un examen de admisión, compitiendo por un espacio, con miles de médicos como ellos.
Todas las experiencias que tendrán, habrán de formarles hasta acrisolar su carácter, con el temple y la firmeza requeridas para enfrentarse al estrés de atender enfermedades. La pandemia reciente fue un ejemplo claro de lo que son capaces, junto con todo el equipo de salud.
Con todo y ese temple, esos médicos nuevos no dejan de ser jóvenes con sus propias historias personales: hijos que han dejado sus casas para desplazarse hasta la gran ciudad, para aprender; que deben resolver, tal vez, en qué lugar o con quién han de quedarse a convivir por estos años; y que han dejado a sus familias, sabiendo que se van hacia una estancia de por lo menos 4 a 6 años, hasta especializarse. Tienen, para ello, todo el ímpetu por darse al mundo; saben que habrán de toparse con las frustraciones y desvelos; y que tendrán que sacar lo mejor de sí mismos para enfrentarse —día con día— a la enfermedad o a acompañar a veces —con su fortaleza— a quien está ante la muerte. Muchos de ellos no volverán a vivir, definitivamente, en el hogar del cual partieron, porque la vida ha de llevarlos a formar su propio rumbo. Les irá bien. Porque, esos médicos que hoy llegan por primera vez a su hospital, son lo mejor de todos los médicos que ha dado nuestra patria.
Mi abrazo a todos ellos que hoy empiezan. Un largo camino les espera; mas, estoy seguro, que habrán de salir adelante con la perseverancia y el temple que el camino impone. Un día a la vez. Nada más eso se ocupa.
A quienes han de encargarse de formarlos: mi reconocimiento. Porque en su gran mayoría han hecho de esta formación, un acto de humanismo; porque han dejado atrás el acoso laboral y las prácticas arcaicas de violencia en el proceso educativo, que muchos alguna vez atestiguamos o vivimos. Sin duda son los formadores de los tiempos modernos y de los nuevos especialistas del mañana; los que seguirán contribuyendo a que la formación médica esté basada en el ejemplo y el respeto —cualidades que sería deseable imperen siempre—, para cosechar mañana a los especialistas más capaces que el país requiere.