Buzos indígenas trabajaban para 3 patrones españoles
En el año de 1560, hace 464 años, los colonos españoles del viejo Puerto de Salagua iniciaron los trabajos de una pesquería de perlas, donde un grupo de buzos las extraían del banco cercano a la costa. se sacaban los ejemplares en cuestión, y se procedía a su preparación para su comercialización, al engastarlas o trabajar artesanalmente de algún modo propio para ello. Esto hizo que la población se convirtiera en una de las más importantes de la región costera del Partido de Colima en el Siglo XVI, en los tiempos de la Colonia, cuando México era conocido como la Nueva España.
ANCESTRAL RIQUEZA PERLERA
En el tiempo prehispánico existieron muchos poblados indígenas en nuestra región, los que etimológicamente nos hablan de sus particularidades, pues normalmente se les atribuía una denominación de acuerdo con su vocación y actividad principal. Es el caso de Cozcatlán, título que en el lenguaje náhuatl, el hablado en la zona, significa “Lugar donde se fabrican gargantillas y collares de perlas”, debido a que en la costa existían importantes bancos de madreperla.
Se dice que cada tres meses, a través de correos pochtecas (comerciantes viajeros durante la época precolombina, y que también hacían el papel de informantes para los emperadores aztecas) se mandaba un importante tributo en perlas y joyas elaboradas con conchas y caracoles de primorosa obra artesanal, ya que existían pactos entre los tlatoanis regionales con el gran imperio mexica en el valle central del Anáhuac. Las perlas y joyas de Salagua eran llevadas a Tenochtitlan, capital azteca, al Gran Mercado de Tlatelolco, que era el mayor mercado del México precolombino, ubicado al suroeste del Templo Mayor. Ahí los pochtecas comercializaban productos de todos los territorios de lo que después sería la Nueva España mediante el sistema de trueque, entre ellos, las bellas joyas de los indios de Salagua y sus alrededores.
Las joyas y artesanías de mayor belleza, desde luego, eran entregadas directamente al emperador mexica. Se dice que el sistema de traslado de mercancías desde las costas de los litorales Pacífico y Atlántico era tan eficaz y veloz, que los peces y mariscos llegaban frescos a las mesas de la nobleza en Tenochtitlan. Muchas princesas aztecas lucieron orgullosas perlas de Salagua. Para sacar las perlas los pobladores de la costa colimense cercana a Salagua se tuvieron que perfeccionar como buzos. Primero tenían que hacer la caza, que en el caso de Salagua no era tan difícil, pues ya se tenía bien localizado el banco, y entonces había que sacar primero la ostra, para revisar en la superficie si contenía perla. Según el libro “All about gemstones” (Todo acerca de las perlas), se dice que se debe recolectar casi una tonelada de ostras para obtener tres o cuatro perlas de alta calidad.
ACTIVIDAD ATRACTIVA PARA LOS ESPAÑOLES
Desde luego, las ostras que no presentaban perla podían servir de alimento, y no se iban a desperdiciar, lo que nos induce a pensar que los habitantes del viejo Manzanillo eran grandes consumidores de mariscos, y puede vislumbrarse que se debió tratar de un banco perlero de gran tamaño. Los españoles que primero frecuentaron nuestra costa no hallaron, como en otras partes del país y del mismo Colima, a indios tan belicosos, sino que eran comunidades de pequeño tamaño que se dedicaban a pescar y a sacar perlas. En seguida los españoles se interesaron en comercializar estas joyas, y se formó una compañía perlera española en el Pacífico mexicano, que mantenía campamentos perleros en varios puntos por temporada, y después pasaban barcos a recoger el fruto de sus recolecciones submarinas. Collares y gargantillas del área llegaron así a lugares tan lejanos como la llamada madre patria, España.
Cuando Gonzalo de Sandoval se estableció en Colima, mandó explorar el territorio para conocer todos los datos para hacer una explotación adecuada de los recursos de cada sitio, por instrucciones expresas de Hernán Cortés. Se hicieron dos grupos para hacer la exploración, uno de los cuales, comandado por el propio Sandoval, tomó el camino de la costa. Tres son las principales noticias que se desprendieron del recorrido: Las fantásticas acerca de las Amazonas de Ceguatán, y las confirmadas sobre oro y perlas. Parece ser que lo que más les entusiasmó fue lo referente a las perlas, quizá por su abundancia, pues de ellas mandó una muestra a Cortés para que viera su calidad, que se demuestra por su oriente (brillo), redondez y tamaño. Cortés también informó de ello al Emperador. A pesar de todo, ni en Salagua, ni en Santiago, ni en ningún otro sitio de las bahías que hoy forman Manzanillo, se desarrolló alguna población importante en toda la época colonial.
LA PESQUERÍA DEL PUERTO DE SALAGUA
En el siglo XVI, más concretamente en el año de 1560, los hispanos Baltasar Rodríguez, Andrés Toscano y Juan Fernández Ladrillero, quienes vivían en la Villa de Colima, escuchando del potencial ahí existente, decidieron asociarse, invirtiendo sus recursos para iniciar una pesquería de perlas y peces llamada San Juan de Salagua, empresa que por un tiempo tuvo un gran éxito. En este siglo, XVI, Salagua alcanzó una población de mil habitantes, pero después la población nuevamente decayó. La razón de la subsistencia de Salagua-Santiago muchos años, más que por explotación perlera, fue por razones de abasto de agua fresca, verdura, frutas y carne de cacería que por sus cercanías se podía conseguir. Los mismos indios se acercaban a ofrecerles gallinas a los marineros.
En el siglo XVI el corsario Spielberguen atrapó por la costa un barco de la compañía Perlera que venía de California, y lo rebautizó como Perel (Perla), y luego el 10 de noviembre de 1615 al desembarcar para aprovisionarse de alimentos frescos en Salagua, para continuar su cacería del Galeón de Manila, fue atacado por una fuerza conjunta de españoles e indígenas, pues habían sido alertados con tiempo del arribo de los piratas por los vigías de Totolmaloya. Los muertos se dieron en ambos bandos, y se dice que se enterraron ahí mismo, lo que indica que en algún lugar de la Playa del Tesoro hay algunos piratas holandeses o irlandeses (pues también de esa nacionalidad acompañaban al bucanero) enterrados. Es de pensar que no se encuentre jamás ningún vestigio, pues no se les daba ni honrosa ni cristiana sepultura por parte de los españoles, ya que se les consideraba herejes, pues no eran católicos, sino protestantes.
LA DECADENCIA DEL PUERTO DE SALAGUA
Durante los siglos XVII y XVIII, en la planicie frente a la costa, donde hoy están las delegaciones de Salagua y Santiago, vivieron vaqueros encargados de ranchos ganaderos de gente adinerada de la parte alta de Colima, y en la playa, eran escasas las familias. Una de las razones por las que se abandonó la extracción de ostiones perlíferos, es que el banco estaba cada vez más profundo, y en ese tiempo las inmersiones se hacían a pulmón. Éste Salagua del que hablamos no se ubicaba donde se asienta hoy la comunidad de Salagua, sino que se hallaba en la Playa del Tesoro, en la Audiencia, la Playa de Salagua misma, el Campo de Golf, el Hotel Karmina Palace, La Punta y todos esos alrededores, así como la playa de Santiago, debido a que era una de las pocas áreas de la región que tenían agua dulce por los ríos y arroyos que por ahí desembocaban al mar.
Al momento de la independencia mexicana, la población estaba prácticamente desaparecida. Finalmente, a principios del siglo XIX Salagua-Santiago estaba escasamente habitado, y es entonces que, para evitar que el partido de Colima fuera devorado por Jalisco o Michoacán, sus ambiciosos vecinos, se hicieron las gestiones para abrir el puerto de Manzanillo en 1824, empezando la construcción de toda la infraestructura portuaria necesaria. La parte de la bahía donde hoy es el llamado Centro Histórico de Manzanillo estaba prácticamente deshabitada, a excepción, parece ser, del área de San Pedrito, donde había algunos pocos indios pescadores, que tomaban agua de un ojo contaminado por agua de mar. En los alrededores de la antigua laguna de San Pedrito, hoy el puerto interior, se hallaron además algunos restos arqueológicos que sustentan la idea de que en San Pedrito hubo un pequeño asentamiento indígena, pero sin mayor relevancia, de acuerdo con lo señalado por el fallecido cronista porteño, Carlos Elio Brust Victorino.
RIQUEZA ARQUEOLÓGICA
Al nacer Manzanillo en 1825, los pocos habitantes que quedaban en el viejo puerto de Salagua-Santiago son trasladados a vivir al nuevo enclave, asentándose en los cerros, principalmente, por ser la parte más sana. La poca actividad perlera que aun pudiera subsistir desparece. Al parecer hay alguna actividad relacionada a barcos en menor escala en Salagua a pesar del nacimiento del nuevo puerto, pues se registra que en las primeras expediciones a las islas Revillagigedo, el Joven Hortenza zarpó el 17 de enero de 1868 del puerto de Salagua, y el gobernador vino a despedir la embarcación a este lugar. En 1964 inicia la construcción del hotel Las Hadas en la Playa del Tesoro, antiguo puerto de Salagua, trabajos que terminan en 1974 bajo la mano del Arq. José Luis Ezquerra, y la inversión del millonario boliviano Antenor Patiño.
Durante la construcción, que duró diez años, se sacaron muchas piezas arqueológicas que databan del tiempo de la existencia del viejo puerto perlero indígena de Salagua. Algunas piezas hoy se encuentran en museos, como el de Occidente, en Guadalajara, en Colima, en colecciones en Estados Unidos, la mayoría de ellas vendidas ilegalmente por saqueadores, algunos de ellos los mismos trabajadores que intervinieron en la edificación del complejo turístico. Situación parecida ocurrió en las subsecuentes construcciones de hoteles, villas y fraccionamientos en la misma área. El INAH hizo un proyecto de rescate, y fruto de estas investigaciones se escribió el libro, “Los perleros del Puerto de Salagua”, escrito por José Carlos Beltrán Medina, donde se habla de los trabajos que ahí se hacían en base a concha, caracol y perla.
Se cuenta que durante la primera mitad del siglo pasado, un grupo de japoneses llegaron a Manzanillo y sacaron muestras del banco de madreperlas de la zona de la playa del Tesoro que se llevaron a su país, y cuando terminaron sus inmersiones, arrojaron una sustancia al agua en la zona de los bancos de madreperlas ostiales, acabando con los moluscos, pues a partir de esa ocasión, terminó cualquier posibilidad de aprovechamiento perlero. Actualmente, las perlas han bajado mucho su valor en el mercado de las joyas y piedras preciosas, debido a que las artificiales que se fabrican en muchos países, como Japón, han alcanzado tal calidad, que no hay gran diferencia entre estas y las naturales.