Sucesiones de gobernadores locales


Como se aprecia el sistema político mexicano, bajo las diversas reglas priistas de entonces, tuvo como premisa el evitar los cacicazgos locales

Ahora que las aguas de la política comienzan a agitarse para la renovación de la gubernatura de Colima, que ocurrirá tras el proceso electoral del 2027, traigo a mi memoria algunos hechos de los gobernantes locales a partir de 1955, en que gobernaba Colima el general J. Jesús González Lugo y hasta la designación de Frenando Moreno Peña. Comentario que abarca la segunda mitad del siglo XX.
Me quedé con la impresión de que González Lugo de origen humilde, tras su formación castrense y los altos cargos que alcanzó, fue un hombre honorable, disciplinado y de trato amable. Fue el mandatario colimense que enfrentó una rebelión política de importantes actores locales.
Por el descalabro político que tuvo y el avasallamiento del grupo de “Los Compadres”, no pudo influir en la designación de su sucesor, aunque vio con simpatía la candidatura del alcalde capitalino Rodolfo Chávez Carrillo, quien tuvo el aval del secretario particular de Ruiz Cortines. Rodolfo ejerció un gobierno austero, sobre todo por enfrentar los daños del fatídico ciclón del 27 de octubre de 1959. Sin las relaciones con el centro del país qué tenía Lugo, Rodolfo dejó correr la sucesión para que fuera determinada por los altos mandos tricolores y por el presidente López Mateos, quien favoreció al entonces senador Francisco Velasco Curiel.
Velasco Curiel, durante sus primeros 3 años tuvo el apoyo del titular de la SEDENA y otros funcionarios del gabinete, pero con la animadversión de Jesús Robles Martínez, quien llegó a ser el hombre fuerte en el gobierno de Gustavo Diaz Ordaz, trató de socavar al gobernador Velasco; fue tal la presión que se buscó su defenestración, que no pudo cuajar por tener el control de los 7 diputados que integraban entonces el Congreso y las dirigencias de los 3 sectores priistas.
Velasco trató por todos los medios de favorecer con la candidatura del tricolor a su amigo dirigente del Sector Popular (CNOP) Ing. Othón Bustos Solorzano, cuya popularidad estaba fuera de toda duda; pero su enemistad con Robles le impidió esta casi aprobada propuesta, ganándole la partida Robles, quien dejó de lado su vieja pretensión de convertirse en gobernador, determinando, vía su amigo Diaz Ordaz y Lauro Ortega al frente del PRI, que el sucesor fuera Pablo Silva García.
A pesar de las presiones del grupo local en el poder para dejar un sucesor, tampoco don Pablo pudo influir en ello, porque la decisión una vez más vino del Centro, ya que el propio presidente Echeverría decide en favor de su destacado colaborador, Oficial Mayor del SEP, Antonio Barbosa Helt, quien en su condición de gobernador electo muere en circunstancias no muy convincentes; ante la sorpresiva muerte de Barbosa, Echeverría decide por segunda vez, ahora en favor del alcalde capitalino Arturo Noriega Pizano, ajeno a los grupos de poder local.
Noriega ni siquiera trató de influir en la sucesión, ya que había un popular precandidato que era Antonio Salazar Salazar; pero una vez más el centro se impone para habilitar contra viento y marea a la prestigiada maestra, laureada poetiza y senadora Griselda Álvarez Ponce de León, quien pasó a la historia como la primera mujer gobernante del país. Doña Griselda, que impulsó mucho al grupo de mujeres locales, no cometió el error de tratar de dejar sucesor, ya que el destacado colimense, Miguel de la Madrid Hurtado era el presidente de México, quien avalaba al senador Javier Ahumada Padilla, su gran amigo.
Sin embargo, por diferencias familiares, más que por presiones políticas Javier no pudo lograr la candidatura, porque don Ciro Hurtado, tío del presidente, abogó por el alcalde porteño Elías Zamora Verduzco. Elías hizo hasta lo imposible por designar a su gran amigo el entonces senador Roberto Ánzar Martínez, como su sucesor; pero una vez más el centro, con Salinas de Gortari como presidente y Colosio al frente del PRI, se imponen para evitar cacicazgos políticos estatales y surge la ocurrencia de que la militancia tricolor por voto directo designe al candidato.
En esa contienda interna eliminan a Roberto Ánzar y a Carlos Vázquez, fuertes precandidatos e imponen a Socorro Díaz, quien escoge al precandidato menos fuerte que era Carlos de la Madrid, como contendiente, creyendo se alzaría con el triunfo; pero los colimenses ofendidos por esa abierta imposición se organizan y dan la batalla y “machetazo a caballo de espadas”, derrotan en la interna a Socorro y se queda Carlos con la candidatura.
Se repite la historia de doña Griselda, ya que llega Zedillo a la presidencia, Nilda y la familia Velasco influyen en la designación de Fernando Moreno Peña, rector y cabeza entonces del poderoso grupo Universidad, quien gozaba de gran popularidad, para surgir como candidato; de nuevo el centro se impone.
Como se aprecia el sistema político mexicano, bajo las diversas reglas priistas de entonces, tuvo como premisa el evitar los cacicazgos locales para que el gobernador en turno no impusiera a su sucesor. Se pudo ser amigo del presidente, pero más que el afecto, prevalecieron lo equilibrios de poder para que el saliente no influyera en el nuevo gobernante.