Temor a los Saca Ojos asustó a familias manzanillenses en los 80


Se decía que una de sus camionetas se ponía por las tardes a un costado del Parque de Las Palmitas

Hoy quiero recordar una historia que causó conmoción principalmente entre las madres de familia allá por los años ochenta, la cual debemos calificar de leyenda urbana. Esas historias nebulosas que tienen una base de verdad y se repiten de boca en boca, a las que se les van añadiendo detalles cada vez que se les repite. En nuestro Manzanillo es frecuente que corran rumores parecidos cada cierto tiempo, sin una base probatoria, como sucede en las leyendas urbanas de todo el mundo.

MISTERIOSAS CAMIONETAS CAUSABAN DESCONFIANZA

Aún recuerdo esa tarde de aquellos años 80, tiempo en que yo cursaba la escuela secundaria, en la Federal No. 2, Ricardo Flores Magón, en Campos. Me encontraba en un sofá de la sala de mi casa viendo la televisión en compañía de mis padres, cuando llegaron varias vecinas -de las más comunicativas del barrio del Seguro Social, por supuesto-, demudadas, tartamudeando y muy nerviosas, quienes le relataron a mi madre la ya famosa historia, que se ha repetido a lo largo del tiempo, durante los últimos treinta y cinco años, aterrorizando a las madres de niños pequeños. Afortunadamente, mi mamá ya no tenía hijos pequeños. Aquí les cuento la historia una vez más.

Resulta que llegaban a la ciudad unas camionetas tipo Van o Suburban de último modelo muy lujosas, con vidrios polarizados y placas extranjeras. Estas unidades, que nunca antes nadie ha visto, aparecían durante las tardes en lugares comunes de reunión de niños, como pueden ser alguna canchita deportiva o un sitio de juegos de un parque. Más tarde, ya anocheciendo, así como llegaron de repente las misteriosas camionetas, desaparecían sin dejar rastro.

Iban ocupadas, según los testigos, por personas de ambos sexos con apariencia extranjera, vestidas con batas blancas largas, de las conocidas como filipinas, y lentes oscuros. Al mismo tiempo, varias madres salen preocupadas de sus casas a buscar a sus hijos, que no han regresado de jugar, y los encuentran sentados en una banca. Al llegar hasta donde están, se horrorizan al ver que a sus hijos les han sacado los ojos. Al ver con más detenimiento, ven que el niño trae en sus manos un gran sobre de papel manila, y al abrirlo, encuentran dentro mucho dinero en dólares.

La versión agrega que se trata de bandas internacionales de tráfico ilegal de órganos, quienes de esta manera cruel y criminal consiguen córneas. Esta acción sólo ocurre una única vez en cada ciudad, y jamás vuelven a aparecer los responsables. Nunca hay detenidos. Algunos detalles cambian, pues en ocasiones se dice que las personas llegan a la puerta de las casas diciendo que vienen de parte de un programa de salud infantil de las Naciones Unidas, y que, obteniendo el permiso de los padres, suben al niño a la parte de atrás de la camioneta en la que traen un quirófano súper moderno y equipado, donde les operan para quitarles órganos internos.

EL ORIGEN DE LA HISTORIA

Esta historia que en su momento causó alarma y miedo en Manzanillo, ha sido motivo de investigaciones por su insistencia en repetirse en tantos lugares y épocas, y los investigadores han rastreado su aparición a la ciudad de Lima, capital del Perú, e incluso más específicamente en el Parque Salazar, que está enclavado en una de las áreas más pobres de esa ciudad, de donde dicen que se abastecía de panelistas para su controversial programa la famosa conductora de talk shows, Laura Bozzo, predilecta del régimen de Alberto Fujimori.

Se decía también que estas personas tenían permiso de los países latino americanos para operar sin molestias, ya que con el dinero que obtenían al hacerse de la vista gorda, se pagaba parte de la deuda externa. Hasta titulares en los periódicos de El Callao y la capital peruana, Lima, llegó a ocupar esta noticia de la que, sin embargo no se supo de alguna sola denuncia oficial a la policía por un caso semejante. La misma leyenda apareció en todos los países de habla española en América e incluso en Brasil y a mediados de los años 80 llegó a México.

Un antecedente de esta leyenda urbana es una colonial, que dice que un extranjero, alto y rubio, vagaba por los caminos por las noches, y mataba a los indígenas y mestizos, con el fin de sacar la grasa corporal de sus cadáveres y luego mandarla a España, donde era vendida para engrasar campanas para que sonaran mejor, preparar medicamentos y otras aplicaciones, sin que, desde luego, se conociera su aberrante procedencia.

Lo cierto es que las leyendas corren de boca en boca en poco tiempo y grandes distancias, sin importar las fronteras y se cuentan de tal manera que la gente cree que son reales. Por un tiempo en Manzanillo también circuló y atemorizó a las familias, siendo uno de los lugares donde se dice que se ponía una de estas camionetas por las tardes a un costado del Parque de Las Palmitas en la Unidad Padre Hidalgo, del lado de los canales, cerca de la calle 1. Por un tiempo, pues, el parque de Las Palmitas y los jueguitos de las canchas del Seguro lucieron sin niños.