Un año sin Don Carlos Valdez Ramírez, periodista y maestro de periodistas


Con gran tesón y perseverancia, desde 1992 luchó por conseguir hacer triunfar su periódico en el puerto y lo logró

Con una sensación de tristeza llega el primer aniversario del fallecimiento del fundador y más entusiasta promotor de El Noticiero Manzanillo, nuestro recordado director, Don Carlos Valdez Ramírez; así, siempre Don Carlos, con ese don antecediendo su nombre, símbolo del respeto y cariño que se le tenía en Manzanillo. Aunque Don Carlos creció y vivió en la capital de nuestro pequeño estado, fue una persona que se enamoró del Mar y de nuestro puerto, empezó un nuevo reto en el año de 1998, al decidir expandir su sueño, El Noticiero hacia Manzanillo, hasta lograr más de 20 años después el liderazgo periodístico que tan difícil, casi imposible, parecía alcanzar, pero gracias a su tesón cotidiano se fue avanzando paso a paso, a veces de forma casi imperceptible, pero siempre yendo hacia delante.

UN NUEVO COMIENZO EN LA PLAYITA DE EN MEDIO

Fue en aquel año que empezó su aventura de iniciar un periódico en el municipio de Manzanillo, cuando abrió una pequeña oficina en un edificio sobre la calle Niños Héroes, en el barrio de La Playita de en Medio. Sus herramientas eran pocas, con computadoras muy limitadas que no disponían de internet. Esto implicaba que en la redacción se pusiera un horario para el cierre de cualquier trabajo escrito y entonces alguien partía rápidamente hacia la antigua central camionera, ubicada en la colonia Libertad, para enviar el paquete de disquetes con todos los escritos de reporteros y columnistas, así como la misma publicidad que habría de aparecer al otro día. Pocos eran los que auguraban éxito al nuevo diario, como en su momento, años atrás, ocurrió con El Alacrán o El Timonel.

Don Carlos era, por sobre todo, un periodista en toda la extensión de la palabra, más que nada, un maestro y formador de periodistas. No era un director que se la pasaba en una oficina cómodamente sentado, alejado de sus empleados y de la realidad de su empresa. Todos los días que estaba en Manzanillo, que eran varios días a la semana, estaba presente a la hora del cierre de la edición y en una computadora tomaba todos los escritos, ya sean notas, reportajes o colaboraciones, incluyendo fotos y caricaturas, hacía que todo el equipo de trabajadores locales se colocaran en sus sillas sentados alrededor, empezaba a abrir los escritos de uno por uno y los analizaba, corregía y criticaba. Muchos de ellos eran desechados o totalmente rehechos.

PERIODISTA EN TODA LA EXTENSIÓN DE LA PALABRA

A veces daba una felicitación y a veces un regaño, pero todo bien fundado, amparado en sus conocimientos. En ocasiones, no quedaba contento con nada de lo que tenía dentro de su material del día, entonces de pronto se salía de la oficina, se atravesaba con los pescadores o a algún lado cualquiera en las cercanías, al poco rato regresaba con una nota, pero no cualquier nota; una notonona que incluso se convertía en la principal, la de ocho columnas del día siguiente.

Esto yo no lo he visto en otro director de un periódico. Se veía en él la pasión y el amor a su profesión. No era solamente el dueño de un periódico, sino por sobre todo, un periodista de esos de calle, de entrevistas y de redacción, que cuando decía algo, tenía autoridad para decirlo.

MI EXPERIENCIA CON DON CARLOS Y EL NOTICIERO

Recuerdo que en mi caso desde el año 1992 había sido invitado a colaborar en un medio impreso que tenía su oficina en mi colonia, la Unidad Padre Hidalgo, en la casa de mi vecino Miguel de la Mora Anguiano, época en la que yo contaba con 22 años, tiempo en que yo llevaba los escritos de mi mamá, Doña Celia Cisneros Amaya de Martínez a su casa y por una ventanita de su oficina que daba hacia la calle le pasaba esa colaboración. Pasados algunos años, estando trabajando en el ayuntamiento de Manzanillo en la administración del Dr. José Luis Navarrete Caudillo, un compañero de trabajo, Ricardo Valencia Aparicio, al ver que escribía y dibujaba, me invitó en 1997 a participar en un pequeño periodiquito, que se llamaba La Razón y que editaba el periodista César Hernández, donde empecé a colaborar únicamente haciendo caricaturas.

Una vez probado el olor a tinta, como se dice, después de aquella primera experiencia con el periodismo, quedé enganchado con el oficio y decidí probar suerte en algún otro medio impreso, por lo que al ir a visitar a mi abuelita Clementina Amaya, en el barrio de La Playita de en Medio, a mediados de 1998, me encontré con las oficinas de un nuevo periódico que se llamaba El Número Uno, en su sección dedicada a Manzanillo, la cual era coordinada por Rubén Vidaurrazaga y El Noticiero, en lo que correspondía a la sección de Colima, dirigido por Don Carlos Valdez Ramírez. Tentado por aquella primera experiencia como colaborador de un cotidiano y confiando en que sentía tener la capacidad suficiente para ser un tunde máquinas de la información, solicité una oportunidad de trabajo. El primer día que fui, Don Carlos Valdez me hizo una prueba de ortografía y luego me enseñó cómo se elaboraban una nota y una columna, además que se enteró que también hacía caricaturas. Recuerdo que al segundo día de llegar al periódico, logré sacar la nota principal o de ocho columnas.

Ahí, empecé en el periodismo escribiendo notas, columnas y vendiendo periódico en El Valle de las Garzas. Me llevaba 20 ejemplares, reporteaba y luego me regresaba a la oficina y me ponía a escribir. Entre mis compañeros en aquel tiempo estaban Laurita, la secretaria, que era de Campos; Tacho Muñoz Jr., ya fallecido y de grata memoria, quien ha sido el mejor voceador de periódico en el municipio y quizá de la entidad, el cual era capaz de vender cientos de periódicos tranquilamente en una mañana y todavía regresar a la oficina y escribir una o dos notas y hacer una columna sobre cine u Ovnis, que eran los temas que le apasionaban.

También estuvieron por aquellos primeros años Héctor Javier Morán en la sección policiaca; en las columnas de opinión y como reporteros Toño Vázquez y su hijo Tony, Víctor Santoyo Araiza, Saúl Sánchez López, Mariano Trillo Quiroz, Rubén Vidaurrazaga, Ana Luisa Marín Cortés, Teodoro Valencia Díaz, Alfredo Flores Espejo, el Arq. Juan Véjar Madrueño, Edgar Shapphit Fretté, Isidro Nava Corona, Juan Carlos Ávalos, Enrique Virgen Quiles, Sigfredo Zamora, Alejandro Pérez, Norma Osiris Moreno y Horacio Archundia Guevara, entre otros. Varios de ellos ya fallecieron, pero continúan en nuestro recuerdo. Después vinieron secretarias como Ana María, Mónica o Lourdes, de las que también tengo buenos recuerdos.

POSICIONÁNDOSE POCO A POCO, PASO A PASO

Poco a poco el periódico se fue posicionando, hasta ser un referente en Manzanillo, debido a la política de siempre buscar, no la nota política, sino la nota social, que era la línea que nos marcaba atinadamente nuestro director, Don Carlos Valdez. Lo que interesa, nos decía vez tras vez, es la problemática social, no la política por política. Puede ser algún asunto político, pero que incida en un problema de la sociedad, para que tenga trascendencia, reforzaba en aquellas clases que nos daba por las tardes, con mucho ánimo y entusiasmo.

Recuerdo aquella segunda planta, donde estaban las oficinas donde se escribía en computadora con solo sistema operativo, sin Windows aún. Hasta la salita de redacción se llegaba por medio de unas angostas escaleras y en una ocasión estando llena sucedió un fuerte temblor, todos bajaron en tropel, empujándose y tratando de no atorarse en aquel pequeño espacio. En el primer piso, donde estaba la recepción e inicialmente también la sala de redacción, se veía siempre el Mar enfrente y el Mercado de Pescadores.

EL NOTICIERO EN SUS INICIOS

Recuerdo que en aquellos inicios, se escribía en un procesador de palabras muy limitado (Word Star), pues, como dije anteriormente, aún no existía Windows, ni el actual Word, y las pantallas eran monocromáticas. La información, luego de ser revisada, se grababa en unos discotes negros flexibles. Como mencioné en un principio, tampoco existía el Internet, por lo que a cierta hora se cerraba la edición en Manzanillo, y se hacía un paquete con varios disquetes donde estaban todas las notas, columnas, publicidad, editorial, caricaturas y cualquier otra cosa que debía salir en la edición del día siguiente, y alguien salía corriendo rumbo a la Central Camionera, que en ese tiempo aún se encontraba en la Colonia Libertad -aunque ya se había desplomado el edificio por el terremoto de 1995- para mandarla por paquetería en un autobús a la ciudad de Colima. Allá la esperaban con ansias, para formar la página correspondiente a la sección Manzanillo, que rápidamente iba tomando importancia.

Hoy el periódico ha crecido mucho desde aquellos pequeños inicios hace más de veinticuatro años, en que en varias ocasiones solamente había un reportero en Manzanillo y, sin embargo, siempre había la consigna de hacer una edición de gran calidad. A mí me tocó en varias ocasiones ser el único reportero en Manzanillo, e incluso hacerla de recepcionista, porque la secretaria acababa e renunciar, y alguien tenía que suplirla, para meter la publicidad que se solicitara en la oficina. No hay duda que el día de hoy el gran periódico de Manzanillo es El Noticiero, que ha ido avanzando hacia este lugar con paso seguro y firme a lo largo de más de dos décadas, y con un futuro promisorio por delante.

Fue un muy duro golpe el que la institución informativa sufrió el año pasado, con el deceso de su fundador y guía, Don Carlos Valdez Ramírez, del que a decir verdad, no nos hemos podido recuperar del todo, pero el periódico sigue avante, porque tiene bases sólidas que arraigan en la búsqueda de la información que incida, antes que nada, en la problemática social, como siempre nos decía Don Carlos, el periodista y el maestro de periodistas.