Sin lugar a dudas uno de los productos originales de nuestra entidad, que nos llena de orgullo y satisfacción por su calidad que ha prevalecido a través de los 140 años de vida de la fábrica que los elabora, es el Jabón Casablanca de la ciudad de Colima, reconocido a nivel nacional.
LOS PRIMEROS AÑOS DE CONSOLIDACIÓN DEL PRODUCTO
En el año de 1862 nació Don Tomás Aguilar Gudiño, quien a pesar de ser huérfano desde los trece años, siempre se esforzó por salir adelante, y es por eso que en el año de 1880, cuando tenía 18 años, empezó a introducir ganado a Colima, el cual compraba en Jalisco, y luego lo traía arriando a lo largo del legendario Camino Real.
Una vez que llegaba a la ciudad de Colima donde vivía, sacrificaba el ganado para vender la carne para alimento, la piel y cuernos para la elaboración de diferentes artículos, y el sebo para la fabricación de velas, y como un subproducto, aprendió también con éste a fabricar jabones. Su principal venta eran las velas, pues aún no había electricidad en la región.
Para la elaboración de los jabones le agregaba sosa a la grasa de las reses, además de agregarle aceite de coco y brea, lo que le añadía olor. Aunque la vendimia de jabón era poca en cantidad, los colimenses se lo peleaban, porque se daban cuenta que tenían una gran calidad. Poco a poco, por su parte, empezó a extenderse el tendido de la luz eléctrico, y aunque se seguían vendiendo, la demanda de velas disminuyó, mientras la demanda de jabón crecía.
NACE LA ICÓNICA FÁBRICA DE JABONES LA CASA BLANCA
Como el negocio empezó a florecer, con gran visión para los negocios, don Tomás decidió comprar una casona en las orillas de Colima, en una parte alta, para dedicarla exclusivamente a la elaboración de jabones y otros productos de limpieza y belleza. Al ser una gran casa de color blanco y en un lugar muy visible, la gente empezó a llamar a la naciente empresa, la Casa Blanca.
Esta se encontraba en la esquina formada por las calles 27 de septiembre y Regalado, en el domicilio marcado el día de hoy con el número 124, con su techado de barro rojizo, al igual que todas las casas de alrededor. Colindaba con la parte de atrás de la Casa Rayada, afamada por tener una llamativa fachada cubiertas con franjas verticales de colores, como un arcoíris, donde años después ocurrió un célebre crimen. La fecha oficial de la fundación de la fábrica de jabón La Casa Blanca fue el 21 de diciembre de 1884, hace 139 años. Don Tomás falleció en 1917.

Doña Amalia Gaytán llevó al éxito a la empresa de jabones orgullo de Colima.
ETAPA DE CRECIMIENTO Y CONSOLIDACIÓN
El negocio fue continuado por el hijo de Don Tomás, Fidel Aguilar Rodríguez, el cual continuaba con algunos problemas por la desestabilización nacional ocasionada por la Revolución Mexicana. A la par de la floreciente empresa, hizo un gran horno y puso una panadería sobre la calle Madero, así como una tienda de artículos para el campo.
Tuvo cuatro hijos con su esposa Amalia Gaytán, oriunda de Villa de Álvarez, y todo parecía ir excelente, cuando, aún a una edad temprana, Don Fidel falleció, dejando viuda a su esposa Amalia, quien no se amilanó, y viendo el éxito de los jabones, decidió cerrar la panadería, desaparecer la elaboración de otros productos que se hacían en la fábrica, y dedicarse por completo a la elaboración de jabones.
ÉXITO RECONOCIDO A NIVEL ESTATAL, REGIONAL Y NACIONAL
Por aquellos entonces, no era usual que las mujeres se dedicaran a los negocios, ni a dirigir empresas. Y, no solamente tuvo éxito en su propósito, sino que empezó a vender sus productos fuera de la ciudad con gran demanda, primeramente, en todo el estado y la región, y finalmente, a nivel nacional con mucho éxito.
En una ocasión, el jabón Casablanca triunfó en la feria española de Sevilla, donde recibió un trofeo de calidad. Tuvo el primer rancho tecnificado en Tecomán, donde se cultivaba coco. Doña Amalia también se dedicó a hacer mucha labora altruista, ayudando a muchas personas, hasta que falleció el 16 de mayo de 1964. Doña Amalia Aguilar es considerada la mujer empresaria de la ciudad de Colima.
El jabón Casablanca es de una gran calidad reconocida por propios y extraños y se ha comprobado por la práctica que este jabón era un buen desinfectante para las heridas, y también es bueno para las espinillas, dicen muchos que lo han probado con el fin de erradicarlas.