Necesario que Manzanillo cuente con alertas y sirenas para tsunamis


*Incluyendo el instalar señalética y el marcar rutas de evacuación

*Infraestructura debe estar por toda la extensión de sus dos bahías

En el pasado mes de marzo, el director de Protección Civil de Manzanillo, Juan Francisco Quiles, declaró que próximamente tendríamos infraestructura para alerta de tsunamis, pero ya no se ha vuelto a hablar del asunto. Esto se recordó notoriamente este pasado 19 de septiembre tras el terremoto de 7.7 grados que se dejó sentir en Manzanillo, el cual causó la muerte de dos personas y muchos daños por todo el municipio.

Manzanillo debiera estar lleno de altavoces que nos alerten sobre un posible maremoto. Se dio a conocer en las declaraciones del funcionario en aquella ocasión que las torres se instalarían a lo largo de la zona de playa. Me gustaría que fueran altoparlantes para emitir la alarma en cuestión, insisto, en toda la ciudad, abarcando las dos bahías principales que tenemos, que son la de Manzanillo y la de Santiago.

ALARMAS POR TODO EL MUNICIPIO

Debido a que los porteños todos los días estamos absortos en nuestras actividades cotidianas, además de encerrados en centros de trabajo o plazas comerciales con aire acondicionado, debido al clima húmedo y cálido de nuestra ciudad, no creo que escucháramos una alarma de una posible salida del mar, si las bocinas solamente están en la zona de playa. El sistema de alerta de tsunami debe estar presente a lo largo de toda la ciudad, subrayo, interconectadas todas estas con las que se pongan en la zona de playa, sonando simultáneamente dentro de plazas comerciales, barrios, calles, sectores, plazas públicas, escuelas, centros de trabajo, etc. Algo similar a lo que tiene desde hace tiempo la Ciudad de México para la alerta temprana de terremotos. Se dice que las alarmas solamente estarían en zona de playa, porque ahí es donde habría una mayor afectación. Parece ser con esta declaración que hay mucha ignorancia en cuestión de maremotos, porque, cuando el mar se sale con violencia, afecta un rango muchísimo mayor a la zona de playa, por no decir que a toda la ciudad.

UNA CIUDAD FRENTE AL MAR

Manzanillo, como también lo he dicho antes, no está al interior del país, donde hay ciudades que están muy por encima del nivel del mar; Manzanillo está en línea de costa, en su mayor parte en una franja angosta o barra  entre mar y laguna, a poquísimos metros por encima del nivel del mar. Si cuando ha habido ciclones el oleaje ha llegado hasta el Boulevard Costero Miguel de la Madrid, cuanto más un potente tsunami. Manzanillo no está en línea costera de una playita y ya, sino todo él a la orilla del Océano Pacífico. Esto implica que frente a nosotros tenemos toda una bóveda con toneladas y toneladas de agua que, líbrenos Dios que ese inmenso océano se nos eche encima a los porteños. Así que, a modo de recomendación, no hay que subestimar al Océano Pacífico que tenemos a nuestros pies, ni mucho menos hay que olvidarse que, cuando Dios determina un fenómeno como un maremoto, por alguna razón de su soberanía, no hay poder humano que pueda con él. Así que lo mejor es no solamente cuidar la flamante zona de playa o el recinto portuario, sino a toda la ciudad.

CUERPOS DE AGUA INTERCONECTADOS

Por otro lado, hay que recordar que la laguna de Cuyutlán, la de San Pedrito (recinto portuario) y la del Valle de las Garzas, están interconectadas por el suelo y por las conexiones existentes a través de túneles y canales, como el de navegación de Ventanas (El Tapo) y Tepalcates, además de su gran cercanía en otras zonas, donde apenitas una corta franja de tierra separa al mar y a la laguna. Simplemente, este pasado 19 de septiembre, tras del terremoto de 7.7 grados, el agua del mar entró en grandes cantidades a la laguna del Valle de las Garzas. Tampoco se puede confiar en la gran extensión de algunas zonas, como son los barrios del Valle de las Garzas, donde el mar no está a la vista, pero es toda una zona baja, hundida, donde hasta cuando llueve fuerte brota el agua y se inunda gravemente; así que, si tomamos en cuenta que el Valle está empozado, en caso de salirse el mar, éste lo inundaría rápida y completamente. Y vaya usted a saber hasta que altura o nivel. Y ¿qué decir de zonas enteras como Las Brisas o Playa Azul, donde no hay un solo cerro cercano al cual huir con rapidez?

EN EL CINTURÓN DE FUEGO

No ha sido tan común hasta el día de hoy que se hayan producido maremotos en Manzanillo, aunque sí los ha habido, como el sucedido en junio de 1932, que hasta destruyó la presidencia municipal de aquel entonces; el acontecido el 9 de octubre de 1995, donde los mayores daños del tsunami los vivieron los de la cercana Costalegre; y ¿qué decir del más reciente e impresionante, al menos para la vista, del pasado 15 de enero? Manzanillo está asentado sobre el Cinturón de Fuego del Pacífico, donde los terremotos de grandes magnitudes son muy comunes, así como las erupciones volcánicas. No necesitamos ni siquiera que se registre un terremoto fuerte en Manzanillo para que se produzca un maremoto, y para muestra basta un botón: El pasado 15 de enero de este año, un volcán en Tonga, al otro lado del Pacífico, en Oceanía, a una distancia aproximada  de casi 9 mil kilómetros en línea recta, o sea, al parecer muy lejano, hizo una potente erupción, suficiente para generar un destructivo tsunami que, a pesar de la enorme distancia, a los porteños nos llegó con las secuelas o colita de ese maremoto, sin que en Manzanillo hayamos sentido siquiera un pequeño sismo. Además, nuestro municipio costero también está asentado sobre el Eje Transvolcánico de México, lo que también nos hace sensibles a fuertes terremotos. Y no hay que minimizar la soberanía de Dios, y él sabe si de un momento a otro le ordena al mar traspasar sus límites. Así es que, no hay que decir altivamente que en Manzanillo esos fenómenos es difícil que sucedan.

APRENDIENDO DE LA COSTALEGRE

Algo hay que aprender de la humildad que tienen los de la Costalegre, en el vecino estado de Jalisco, que han hecho simulacros de tsunami, demostrando con ello más consciencia hacia su vulnerabilidad y fragilidad humana ante un fenómeno natural tan destructivo, como es una salida de mar. Ellos lo tienen claro, y hasta se preparan con una cultura antitsunami, demostrando con esta actitud sabiduría, inteligencia y, sobre todo, humildad. Qué lástima que esos municipios de la Costalegre le pongan la muestra al Puerto Número Uno del País, donde ni siquiera hay rutas de evacuación señaladas, sin alarmas, sin señalética y sin simulacros.

No quiero ni siquiera imaginar que es lo que hubiera podido suceder si este pasado 19 de enero, tras del terremoto ocurrido después de la una de la tarde, con magnitud de 7.7 en la escala de Richter, si un maremoto o tsunami nos hubiera golpeado con la violencia con la que suelen hacerlo, afectando a todo nuestro municipio, con pleno desconocimiento de una gran parte de la ciudadanía hasta última hora, por falta de una alerta que nunca se emitió, por descuido humano, primeramente, y en segundo lugar, por falta de equipo apropiado para ello, al menos para darlo a conocer masivamente a la ciudad, porque equipo sí lo tienen.