El paseo que acabó en rescate


Escribe Carlos Valdez Ramírez

Vidal Dávalos es un porteño que posee en su historia de vida anécdotas que se han derivado de su actividad como prestador de servicios turísticos y que por su peculiaridad son dignas de ser conocidas, por lo que EL NOTICIERO DE MANZANILLO publicará un serial derivado de una entrevista que fue realizada a este conocido hombre de Mar.

En esta primera entrega, ofrecemos a nuestros amables lectores la crónica de un paseo que culminó en rescate.

Corría el mes de febrero de 2007 y despachaba en la alcaldía porteña el actual diputado federal Virgilio Mendoza, en tanto que la capitanía de Puerto estaba bajo el mando del Capitán de Altura Enrique Casarrubias García.

Como es bien sabido, el volcán de fuego de Colima ha sido, por su permanente actividad, estudiado por científicos de diferentes nacionalidades, quienes visitan el Estado, específicamente a la Universidad de Colima, con la finalidad de conocer más sobre su actividad.

Como parte de la delegación que visitaba al coloso, se encontraban algunos científicos españoles y otros japonenses y como todo en la vida no debe ser sólo trabajo, decidieron trasladarse a Manzanillo con la finalidad de embarcarse y disfrutar de un apacible paseo por altamar.

Y como el que paga manda, los científicos dijeron a Vidal que los llevase a avistar ballenas, que por ese mes pueden observarse en el litoral del pacífico colimense. Adicionalmente, Vidal Dávalos, según relató “traía el gusanito” de pescar un vela para hacer a los distinguidos visitantes más emocionante y amena la travesía.

No habían navegado media hora cuando en el radio se dejaron escuchar llamados de auxilio que denotaban angustia y desesperación. Se trataba de un norteamericano vecino del fraccionamiento La Punta que había salido a navegar en una flamante embarcación, nuevecita, la cual le había llegado de Puerto Vallarta, pero que en ese momento se hundía.

De inmediato, como capitán de la embarcación y responsable de la misma, Vidal Dávalos informó de la situación a sus clientes quienes comprendieron la urgencia del caso; encendió su geoposicionador satelital (GPS) para ubicar la llamada de auxilio y dirigirse a prestar ayuda.

“Estábamos a una distancia de 6 millas náuticas; tardamos un promedio de 20 minutos en llegar y cuando llegamos al perímetro donde indicó el GPS no veía nada, busqué con los binoculares y a los 400 metros vi los flotadores a mi estribor, nos acercamos a escasos tres metros y los subimos”.

Como ocurre en estos casos, informé a la Capitanía de Puerto la situación y se me indicó llevase al atribulado dueño de la lancha y su tripulación a Las Hadas donde nos esperaría el servicio médico de la zona naval.

Por el susto y la tensión, los rescatados ni siquiera nos agradecieron el gesto.

“El Capitán de Puerto presionó para que se me invitase una cena en Las Hadas y para entonces ya el Ayuntamiento había instituido el Premio “Al marino del Año” y a propuesta del Capitán de Puerto fui reconocido por esa acción con ese galardón que me fue entregado el uno de junio que es el Día de la Marina”.

Como colofón al relato evoca Vidal Dávalos: “El hundimiento se dio en aguas con más de 700 metros de profundidad, posteriormente el dueño me habló para solicitarme apoyo para reflotarlo, pero era una misión imposible, y como la que fuera una flamante embarcación no tenía seguro, fue pérdida total”.