El propio Hernán Cortés, allá en los tiempos de la Conquista, dio gracias a Dios por la enorme bendición que representó el hallazgo del puerto natural de Manzanillo. Desde este lugar que caprichosamente está a la mitad del territorio mexicano, los españoles tuvieron oportunidad de explorar y dominar el extenso territorio que anteriormente se disputaban y señoreaban las diversas tribus de los mexicanos nativos. Desde entonces el puerto ha sido un lugar estratégico que, sabiéndolo aprovechar, rinde frutos inigualables que ningún otro sitio puede aportar.
La historia nos da cuenta de que ha habido periodos en los que no se aprovechó la ventaja del puerto natural, pero dejando atrás ese pasado y situándonos el presente, para nadie resulta un misterio que Manzanillo finalmente logró ser el corazón económico de occidente.
En Jalisco lo saben muy bien, incluso es conocido que varios gobernadores del estado vecino no han tenido recato incluso de presumir al puerto como si fuera propio cuando van de gira en búsqueda de inversiones y oportunidades de negocios a países europeos y asiáticos “tenemos el puerto de Manzanillo”, dicen para obviar la cercanía. Les falta decir que lo tienen a tres horas en el estado vecino, pero apropiárselo queda mejor a la hora de presumir una ventaja para el comercio. Para los colimenses esto no tendría que ser motivo de reproche, es natural que nuestros vecinos deseen consciente o inconscientemente la riqueza de un puerto.
Sin embargo, todo esto viene a colación ahora que estamos en la recta final de las campañas porque los habitantes de Manzanillo por primera vez han visto este fenómeno electoral en donde prácticamente todos los candidatos a la gubernatura se volcaron, desde el inicio de campaña, sin perder un solo día, en hacer acto de presencia en el puerto desde donde se plantearon despegar y distinguirse, sabedores de que el mayor número de electores se encuentra en este municipio, el más grande de todos. También el más politizado.
Por esto mismo, claro está, tenemos a una Mely Romero empoderada asegurando que el primer año de su mandato se quedaría en Manzanillo y no hay por qué dudarlo, al igual que todos los candidatos es perfectamente consciente de que este municipio representa la capital económica del estado, que es la zona donde se mueve el dinero de Colima, que es, en la práctica, una panacea gracias a su puerto, donde se abren oportunidades también para el sector turístico y para el despegue del estado.
No podía faltar también la favorita para ganar las elecciones, Indira Vizcaíno, quien ha propuesto trasladar oficinas de gobierno al municipio y en el mismo tenor está Locho, que se ha cansado de pedir a los capitalinos que lo mencionen a sus conocidos de Manzanillo y no se diga de Virgilio Mendoza, pues la costa es su bastión, donde ha sido dos veces alcalde y diputado federal.
En fin, que todos apuestan a Manzanillo, todos los actores políticos han dicho que de llegar a la gubernatura cambiarán la imagen tan reprochable que tiene este municipio, todos aspiran a sus favores electorales, todos al unísono prometen la magia de transformación de un pueblo desatendido históricamente por todos los niveles de gobierno.