Carlos Valdez Ramírez.-
Primera de seis partes
La inmensidad del mar, la constante contemplación del horizonte en busca de la presa, además de tener un espíritu aventurero, es por lo que Gildardo García Pérez ha surcado lugares recónditos del Océano Pacífico, enfrentando a veces la furia de un piélago embravecido pero otras disfrutando de la calma en altamar.
De profesión marino mercante y pescador atunero por convicción, Gildardo, quien egresó de la Escuela Náutica de Veracruz, nos narrará a través de este reportaje grandes historias enigmáticas originadas en el mar, así como también sus records mundiales en la captura de atún con embarcaciones especializadas de Marindustrias que surcan los mares con profundidades de nueve mil metros cerca de Oceanía.
Al hoy marino mercante desde niño le llamaron la atención los barcos, que conoció gracias a su padre; supo desde la primera vez que vio un navío que su carácter y espíritu aventurero encajaban perfectamente con el estilo de vida del marino.
El manzanillense de cepa, erudito en estrategias de captura de atún, niega que la suerte exista, pero sí cree en Dios y afirma que los éxitos del hombre radican en sus propósitos, no en las circunstancias.
Con tal pasión cuenta que le encantaban las historias de mar, pues desde épocas inmemoriales el hombre ha intentado dominar los océanos y le atraía, por eso hizo la carrera náutica, donde existe mucha responsabilidad y compromiso que se combina con la adrenalina, la pasión y la recompensa de una buena pesca.
Una de las cosas que más disfruta es ubicar cardúmenes de peces en lugares que en la carta de navegación sólo se puede apreciar un color azul o verde. Señala que con el tiempo se va aprendiendo a situar zonas potenciales para la pesca y la técnica se perfecciona cuando se dirige la embarcación a una zona con base a temperaturas, presiones, salinidad, condiciones de la termoclina, que es la temperatura a nivel superficie, conjugando de esta manera el aprendizaje.
La pesca es un área que le llena, que lo hace sentir completo, por lo que si volviera a nacer sería nuevamente pescador.
Para seleccionar a su tripulación, Gildardo Pérez cuenta que realiza un proceso minucioso; observa el carácter de cada uno de ellos, pues en altamar están sometidos a una fuerte presión psicológica por el tiempo que pasan navegando lejos de la familia.
Se necesitan mentes fuertes para resistir momentos de soledad, ansiedad, desesperación y angustia cuando están lejos de tierra, y la actitud es un factor determinante cuando se encuentran en medio de una tormenta, pues ésa puede ser la diferencia entre salvar un barco o dejarlo hundir, es por ello que se necesitan personas con fortaleza física, mental y con gran espíritu aventurero.
El miedo es parte de sus vivencias en el mar, porque son humanos, no obstante, la diferencia es cómo lo enfrentan. Para el manzanillense, la zozobra lo hace estar en alerta y evita que ésta lo domine para no entrar en pánico. Tratar de mantener la calma ante un siniestro es parte de lo que viven, porque perder el control puede ocasionar tener accidentes, como romperse una pierna al correr u otras cuando se piensa que una ola hundirá el barco, en situaciones así el instinto de supervivencia los hace mantener la calma para tomar las mejores decisiones, y no morir de manera violenta.
Se han enfrentado a tormentas fuertes, días durísimos en el barco, pero a lo que más temen es a un incendio que puede propagarse rápidamente por el material flamable que cargan.
Hace 11 años, al filo de la 1:00 de la mañana, se encontraban en el barco María Fernanda con 28 tripulantes a bordo, cuando éste comenzó a incendiarse, 22 de ellos se lanzaron al mar, pero enseguida los rescataron en balsas. Luego, acompañado por el jefe de máquinas, el capitán y cuatro ayudantes, trataron de sofocar las llamas que amenazaban con destruir la embarcación; el calor ya se encontraba cerca de los tanques de gas y gasolina y en cualquier momento aquello podría explotar. Fueron momentos críticos y de angustia los que vivieron al pensar en sus familias, se sobrepusieron y se lanzaron al mar.
Algo increíble pasó en ese momento, pues al estarse incendiado una red, que era la que propagaba el fuego levantando llamas de casi 40 metros de altura, al combinarse el agua con el material del alquitrán se fue derritiendo y aisló parte de la embarcación, encapsulando el calor; la falta de oxígeno asfixió las flamas y el fuego disminuyó considerablemente, fue entonces que con la ayuda de otros pesqueros volvieron a subirse para extinguir lo que quedaba del incendio.
Luego que todo quedó en calma llevaron el barco a tierra, donde fueron recibidos por la Armada con remolcadores. Una vez que evaluaron los daños pudieron constatar que a pesar de lo alto de las llamaradas, sólo se quemaron algunas planchas, por lo que decidieron cambiar la red dañada y reanudar la pesca que había quedado pendiente.
Para el pescador, esta vivencia en altamar no descarta la intervención divina, pues es creyente y asegura que todos tenemos una misión en la vida y filosóficamente hablando, su vida continúa y Dios pone su granito de arena para que siga en el camino.
Tras esta experiencia, Gildardo García afirma que con el paso del tiempo las embarcaciones se han ido modernizando, la flota inicial lleva por nombre “María Verónica”, “María Luisa”, “María Fernanda” y “María Delia”, además de agregar los nuevos que llegaron de España, como son “El Guijón”, “Oaxaca” y “Manzanillo”, este último es el que capitanea.
Detalla que la diferencia es abismal entre los barcos viejos y los que ahora se usan, con tecnología de nueva generación, la velocidad que alcanzan es al doble que la de un barco antiguo, que logra recorrer de 16 a 18 nudos a babor; el “María Delia” andaba a nueve nudos y tenía una capacidad de 900 toneladas; en cambio, los nuevos tienen una capacidad de mil 250 toneladas.
Actualmente, dice el marino, los barcos españoles tienen sensores tan modernos que si la máquina detecta temperatura de alta presión se protegen, al igual que si se detecta una baja de presión de aceite, esto evita que se dañen y se presente algún siniestro como el ocurrido hace 11 años.